Monday, March 9, 2015

La compra de Abbvie aviva el debate sobre la burbuja biotecnológica

La magnitud de la compra de Pharmacyclics por parte de Abbvie (21.000 millones de dólares, 40 veces su facturación) refleja el apetito que experimentan en este momento las grandes empresas farmacéuticas.

Este acuerdo es el último de una serie de operaciones que buscan diversificar las carteras de productos y reducir el impacto de los vencimientos de patentes. Sin ir más lejos, el pasado mes de febrero Pfizer decidió adquirir Hospira por unos 17.000 millones de dólares.

Con la compra de Pharmacyclics Abbvie incorpora a su cartera de oncología un importante medicamento contra la leucemia: Imbruvica (ibrutinib), un producto aprobado en más de 40 países y cuya facturación este año sólo en EE.UU. rondará los 1.000 millones de dólares. Según los analistas en 2020 su facturación total podría alcanzar los 5.800 millones de dólares.

Así pues, mediante este movimiento estratégico Abbvie reduce su dependencia de Humira (para tratar la artritis reumatoide), su principal producto en facturación. Recordemos que el pasado mes de octubre Abbvie fracasó en su intento de adquirir la irlandesa Shire por 55.000 millones de dólares.

Estas y otras operaciones han impulsado las valoraciones en bolsa de las compañías biotecnológicas hasta el punto de que algunos hablan de burbuja. Si lo analizamos en términos de facturación Abbvie está pagando unas 40 veces la facturación de Pharmacyclics. Según datos recopilados por Bloomberg, durante los tres años últimos para acuerdos similares se ha pagado un promedio de 31 veces la facturación.

El calentamiento que experimenta el sector de las biotecnológicas está adelantando las salidas a bolsa. Ya no es raro que lo hagan durante la fase 1 o incluso durante la investigación preclínica.



Algunas voces argumentan que los avances científicos y las nuevas técnicas explican la mayor productividad y la menor tasa de fracasos actuales. No obstante hay quien advierte que bastará unos pocos fracasos seguidos para que el mercado pierda la confianza y se precipite, tal como sucedió en el 2000. Tras el descalabro fue necesario que pasara toda una década para lograr la recuperación.